Llamada desde un pasado distante.

Pero todo se vuelve frío y los tonos azules se vuelven grises mientras camino por las veredas húmedas, bañadas por un invierno reciente que azota mi mente; mi espacio. Así cuando respiro, mis oídos despiertan al balbuceo inconsciente de la ciudad que aún no quiere dormir junto conmigo y el cigarrillo que con soledad me acompaña, lentamente
se convierte en cenizas.

El cielo nuevamente cambia junto a mis pasos y sigo su juego, sin seguir un rumbo aparente y con pisadas inestables que hacían eco en el concreto.


- En este momento no soy nada -Interrumpí- todo en lo que había creído por estos
largos años ahora se desvaneció en medio de mis propias manos, yo, no sé que soy
ahora. ¿De donde vengo?

Las miradas rebotaban en mis pupilas, ya no deseaba ver la cara de la gente. La angustia, su espíritu corrompido y los recuerdos que algunas caras me traían de la inocencia de mi niñez, donde a lo menos no era consciente y no estaba contaminado por todos los deseos que ahora me agobian. Ahí era libre de explorar y sentir a las anchas de la vida, el mundo cada momento de invitaba a descubrir,pero ahora, de adulto todo me parece igual, hora tras hora y los matices de mi propia existencia se mantienen imperturbables.

- A veces pienso en morir, en que todo acabaría luego y adiós al mundo. Pero no,hay
cosas que son más dolorosas que la misma muerte. Como El desamor o el no tener
sueños por ejemplo.

Bostezaba el humo de un cigarrillo amargo que con las pocas monedas que tenía había comprado en un local muy pobre, que quizás seguía los patrones de acompañamiento de este momento. Así era un día más por las aceras de la capital, un día en que ni siquiera yo encontré el consuelo y el abrigo de tener un pasado pleno.